En mí día a día, en ocasiones escucho de conocidos y amigos “ya dile que vaya a terapia”, “¿le puedes agendar a mi pareja o familiar una consulta?”, “¿y tu qué piensas sobre esta situación? Dale un consejo”
Expresiones de ese tipo y otras similares, me comentan y me hacen pensar que hay una idea imaginaria sobre lo que hace un psicólogo y bajo que circunstancias una persona debe de ir a terapia psicológica.
¿La terapia es para todos?
Teóricamente sí.
Sin embargo, no todo tipo de terapia es para cada persona. Hay quienes prefieren acciones practicas por medio de ejercicios y tareas; otras personas prefieren abordar desde un aspecto socioemocional y reflexionar sobre las necesidades que sí están logrando y las que hacen falta lograr; y, hay otro tipo de personas que prefieren ahondar en las profundidades de su persona para entender patrones, intentando cambiar desde los más profundo de su subjetividad, las formas de pensar y hacer las cosas.
Es algo así como los géneros musicales. Hay gente que les gusta el rock y les sienta bien ese estilo de música, pero hay otro tipo de personas que les desagrada el rock y prefieren el reguetón. Algo así pasa con los distintos enfoques terapéuticos en la psicología.
Dependiendo de lo que se quiera trabajar en sesión y del “gusto” de cada persona, un enfoque le puede convenir mejor que otro. No es lo mismo un enfoque psicoanalítico que un enfoque humanista, así también, como lo es un enfoque cognitivo-conductual a un trabajo de acompañamiento tanatológico.
¿Solo van a terapia quienes son “anormales”?
No.
Y este es una de las “confusiones”, por decirlo así, más recurrentes que me encuentro en mí día a día. Parece que, el común social, suele asociar al psicólogo como un tipo de “arreglador de conductas” de las personas. Es decir, como si el psicólogo/a fuese un tipo de “mecánico conductual”, en el que, quien asiste a terapia, va para que le arreglen sus conductas por otras socialmente aceptables o lo que se considera “normal”.
Entonces ¿Para qué ir a terapia psicológica?
Quien asiste a terapia es porque ha identificado en su vida que “algo no anda bien”. Así como se va al medico cuando uno se enferma de la gripe o alguna otra enfermedad, empiezan aparecer síntomas desde los más leves hasta lo más graves.
Quien busca a un psicólogo/a es porque siente ese padecimiento en su persona: falta de motivación para trabajar, estudiar o alguna actividad que antes le era importante; identificar comportamientos que hacen sufrir a otros y así mismo; perdida de sentido por la vida o de lo que se esta haciendo actualmente; adicción a sustancias, alcoholismos u otras cosas; relaciones sentimentales fallidas y muchas situaciones más… al punto de que todo ese pesar se va convirtiendo en un sufrimiento que no se alivia con medicamentos, ni con ejercicio, ni “echándole ganas”, ni saliendo con amigos a fiestas, ni con otras actividades.
Sin embargo, pese a todo lo anterior, lo fundamental para quien asiste a terapia psicológica es “tener cierta claridad” de lo siguiente:
- Padecer este tipo de sufrimiento “interno”.
- Deseo de dejar de sufrir.
- Deseo de cambiar lo que haya que cambiar.
Y estos 3 aspectos son relevantes porque, suele pasar que, a veces llega al consultorio el novio o esposo de alguien y cuando se les pregunta el motivo de su consulta, suele responder: “es que mi esposa me mando”, “mi pareja quería que viniera”. Si bien, ese paciente sí puede tener motivos reales de consulta, en muchas ocasiones no son “conscientes” de ello y como son mandados por alguien más, no hay avances relevantes.
También por ello, cuando un amigo o familiar le dice a un psicólogo/a que le haga una consulta a tal conocido o amigo, eso tampoco funciona. Puesto que, si ese amigo/a no sufre por esas “malas” conductas que otro observa y no tiene el deseo de cambiarlas, sirve de poco que asista a terapia psicológica.
Entones, ¿Cuándo asistir a terapia psicológica? Cuando de manera personal, en acompañamiento profesional, se quiera “arreglar” aquellas situaciones de la vida que no están marchando bien, que hacen sufrir y se quiera cambiar a un nuevo estilo de vida que procure un mayor bienestar.
